Para comprender mejor el famoso experimento de Pasteur, que demostró de una vez por todas la falsedad de la idea de Generación Espontánea, redactamos la teoría en forma de una especie de cuento...
Érase una vez, un famoso químico francés llamado Louis Pasteur, al que no le gustaba nada la fruta.
Sus amigos lo llamaban cariñosamente Luis el Caldos, ya que a menudo elaboraba un apestosísimo caldo de cultivo para llevar a cabo sus experimentos porque, como todos los científicos, El caldos era un hombre muy muy curioso.
En sus largos ratos libres pasaba horas y horas sentado en una silla, observando todo a su alrededor en busca de una teoría que lo catapultara al reconocimiento mundial. Luis era un químico bastante conocido, pero esa era la espinita que siempre había llevado clavada, la de su obra maestra, por eso mandó plantar un manzano en su jardín, colocó bajo sus ramas la silla y convirtió ese rinconcito en su centro de inspiración, y ¿Por qué elige un manzano un hombre al que no le gusta la fruta? Como un símbolo a la inspiracion que, gracias a las manzanas, invadió en el pasado a su ídolo, al gran Isaac Newton.
Lo que Luis no se esperaba era que ese símbolo iba a pasar a ser algo totalmente literal. Tal como a Newton le cayó en la cabeza una manzana, le pasó a él, pero con menos suerte, su manzana estaba podrida.
Con el zumo de manzana corriéndole por la cara, Pasteur empezó a reflexionar sobre lo que a él le pareció una evidente señal del destino, ¿Cómo puede una manzana llegar a pudrirse, si no hay en ella ni un gusano? Esta pregunta le despertó profundamente la curiosidad.
Sabía que en el aire existían ciertas estructuras vivas responsables de la descomposición, y no veía posible que surgieran de la nada, o de algo tan poco vivo como el polvo, y se propuso demostrar otra teoría muy distinta, la de que la vida procede de la vida, es decir, que cuando un alimento se pudre, los microbios causantes proceden únicamente de otros microbios. Así fue como se decidió a llevar a cabo su famoso experimento:
Para ello, elaboró un caldo de cultivo, cómo no, y lo vertió en dos recipientes, con largos cuellos verticales.
Después, utilizando calor, curvó el cuello de los recipientes formando una especie de codo.
Posteriormente hirvió el caldo para exterminar cualquier microbio existente dentro de los recipientes.
Al poco tiempo, observó cómo se depositaban los microbios del aire en el codo de ambos recipientes.
Entonces, inclinó uno de ellos, dejándolo casi horizontal, y mantuvo el otro vertical.
Al comprobar los caldos, vio verificada su hipótesis, ya que en el caldo del recipiente inclinado, al que los microbios habían conseguido llegar, éste estaba contaminado por ellos, mientras en el vertical no.
El experimento de Pasteur sirvió para desmontar de una vez por todas la idea de la Generación Espontánea, ningún ser vivo surge de materia inerte y, además, no sólo se quito de encima aquella espinita clavada, aquella manzana fue el inicio de la carrera de uno de los científicos mas importantes de toda la historia. Así Luis el caldos pasó a ser conocido como Louis Pasteur, el gran genio al que le encantaba la fruta.
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